La Semana Santa de Baeza está cargada de momentos que la hacen única, como el regreso del Nazareno de la Santa Vera Cruz a su templo, en la aurora de la mañana del Viernes Santo, tras recorrer el corazón monumental de la ciudad en la madrugá.
Con el esplendor que transmite esta imagen que ilustra el cartel oficial, obra del afamado fotógrafo Cristóbal Tornero Cruz, Baeza se presenta nuevamente en FITUR, para anunciar una semana que los baezanos viven de manera intensa conjugando religiosidad con tradiciones ancestrales.
La Semana Santa de Baeza es una cita inigualable, que permite a los visitantes el poder conocer la ciudad con más Cofradías y Hermandades respecto al número de habitantes. Una cita, que enamora a todos aquellos que contemplan el paso de sus corporaciones penitenciales por entornos únicos, como el que se muestra en el cartel anunciador de este año.
Pero por encima de todo, Baeza con su cartel de Semana Santa quiere poner de manifiesto las hondas raíces religiosas y cofrades de sus gentes, como la de los hermanos de la Vera Cruz, que forman parte de la segunda corporación penitencial más antigua que procesiona en la Semana de Pasión. Sentimientos religiosos que han llegado hasta nuestros días, gracias a todas esas generaciones de baezanos, que dejaron su devoción como herencia, como el mayor de los tesoros.
Por todo ello no es de extrañar, que al llegar el Domingo de Ramos, Baeza se vista de gala para albergar los desfiles procesionales de las diferentes Cofradías y Hermandades, que harán de esta semana toda una experiencia para los sentidos.
Nada más atravesar el mar de olivos, el visitante desde la distancia ya queda prendido al ver como repican las campanas de la Catedral de la Natividad en la Fiesta de las Palmas. Una celebración que abraza el templo mayor de la ciudad, en un recorrido que traslada a los presentes a la misma Jerusalén celestial y que ninguna ciudad ofrece con tanta esencia como Baeza
El visitante queda admirado al contemplar como los baezanos han engalanado todas las calles de la ciudad para el paso de las diferentes cofradías. En cualquier barrio, en cualquier plaza, en cualquier calle, los hermanos engalanan sus balcones y fachadas con los reposteros que muestran con orgullo que en esa casa vive un hermano de la Borriquilla o del Resucitado.
Pero también en estos días Baeza es gastronomía, con el bacalao a la baezana que hace revivir en los paladares sabores de siempre. Baeza en esta semana sabe a hornazos, a pimiento molido, a roscos fritos, bizcochos del Niño y a su singular cazuela, que engancha a todo aquel que la prueba por primera vez.
La Semana Santa de Baeza es la ilusión de los jóvenes de sus bandas que, durante meses han ensayado, para que sus sones acompañen a las devociones que sus abuelos le enseñaron a rezar. Si detrás de los pasos suenan las bandas, desde los balcones y a pie de calle se suceden espontáneamente las saetas, que con un buen quejío al aire estremecen los sentidos.
La pasión según Baeza es Miserere de Hilarión Eslava en la noche de Martes Santo. Es una Catedral de la Natividad enmudecida, como si se tratara del primer día, por escuchar a la coral baezana proclamando el más piadoso de los salmos.
Durante siete días, los baezanos viven en las calles, bien sea buscando ver por el callejón del Espíritu Santo un palio o aguardando en San Juan de Ávila, que el Señor dibuje su silueta entre los vítores que en su día los estudiantes marcaron. Durante estos siete días se suceden tradiciones de siempre como el juego de la bandera en el atrio de San Antonio, la bulla de corazones que esperan al Señor de la Oración en el Huerto en imagen, las manos que acarician al Señor de la Buena Muerte, el preso que es liberado ante el Señor del Rescate, el cruce de gallardetes de los hermanos del Paso y el Santo Entierro, el rachear de las cruces en el silencio de la madrugá o las promesas que acompañan al Señor que expira en San Pablo.
Esta es la semana que une a todos los baezanos, ya que no hay hijo de esta tierra que no pertenezca a ninguna Cofradía o Hermandad. Esta es la semana en la que la primavera despierta de su sueño y que hace emocionarse a todo aquel visitante que pone su corazón junto al de los baezanos. En definitiva, esta es la Semana Santa que Baeza lleva un año más con tanto orgullo a FITUR, una Semana de Pasión que ya no es de Baeza, sino que es de toda la humanidad y que merece ser vivida por todo aquel que aún no la conozca.